La pasión del hincha, esa que nunca debería integrarse a espirales donde prime la intolerancia, es una de las banderas emblemáticas del fútbol. Tal vez, la principal. En nuestro país, lamentablemente, la violencia de grupos adheridos a causas que no tienen nada que ver con la esencia del deporte obligó a tomar medidas antipopulares en las categorías de ascenso.
Si esas disposiciones sólo servirán como paliativos o si, efectivamente, evitarán que el río desborde en forma definitiva, se verá con el correr del tiempo. Ayer, en el estadio de La Ciudadela, los seguidores de los colores albirrojos ratificaron su identificación y su fidelidad a prueba de fuego. Un gran número de esas caras alegres por la victoria seguramente acompañó al equipo en tardes aciagas y remó con él para recuperar espacios perdidos entre lo más granado del fútbol del país.

Jornadas épicas
San Martín comenzó su nueva etapa en la "B" Nacional con un triunfo peleado palmo a palmo. Más de 20.000 hinchas poblaron un recinto acostumbrado a jornadas épicas, y terminaron cantando y saltando, con las expectativas renovadas.
No hubo público visitante, según las nuevas disposiciones. Seguramente, algunos hinchas santafesinos infiltrados habrán estado, pero el tema no corre por ahí. Los sanmartinianos no podrán ver a sus jugadores cuando se presenten fuera de la provincia. Sólo la televisión se apiadará, a medias y en algunas ocasiones, de la frustración de no poder ingresar a un estadio que no sea el suyo. De este modo, por caso, los hinchas "santos" que viven en Buenos Aires deberán recorrer cientos de kilómetros -hasta Tucumán- si quieren gritar un gol. De otra manera, será cuestión de disfrutar un triunfo con los labios sellados y las manos en los bolsillos. Así están las cosas.